Servicios de ayuda a domicilio

Lida, tu muerte no será en vano

LIDA 1

El pasado domingo día 11 de junio, Lida, una mujer hondureña de 39 años, fue acuchillada por su pareja en su domicilio, en Cornellá, ante algunos familiares y ante el hijo de ambos, 2 años.

Una monstruosidad.

Nos enteramos a raíz de la llamada que nos hizo nuestro cliente de l’Hospitalet, donde prestaba el servicio, al no saber nada de ella desde hacía tres días, e inmediatamente contactamos con la policía al 112 para comunicar su desaparición. Simplemente por si acaso.

A los pocos minutos nos llamó la policía. Querían hablar conmigo.

Me hicieron algunas preguntas y, finalmente, nos confirmaron nuestras sospechas: Lida, era la mujer que conocíamos.

Lida llevaba prestando servicio de cuidadora para un complicado cliente nuestro desde hacía un año, y había demostrado ser una mujer paciente y amable sin haber dado nunca ningún problema, de ningún tipo, ni haber sido motivo de queja de nadie por ningún motivo. Se podría decir que la complejidad del trabajo que ella desempeñaba era una buena medida de su paciencia, de su entrega y de su buen hacer. Una cuidadora que muchas familias hubieran deseado tener.

El gran interrogante es: ¿por qué? ¿qué debería pasar por la cabeza del asesino para hacer algo así?

Algunos psiquiatras hablan de “secuestro emocional” al referirse al estado en el que pueden caer nuestras mentes y que impide todo tipo de raciocinio cuando son nuestras emociones las únicas que gobiernan nuestros actos. Esto puede durar unos segundos, pero pueden resultar fatídicos.

Así pues, si bien son necesarias todas las manifestaciones de rechazo posibles ante cualquier tipo de violencia, difícilmente podrán incidir en la psicología de los futuros asesinos en el momento clave en que dicho “secuestro emocional” se esté empezando a manifestar en algún escondido lugar de sus cerebros.

Es necesario ir más allá de lo que son las muestras de rechazo y los minutos de silencio: hay que solicitar a los poderes públicos que tomen medidas preventivas ante cualquier tipo de indicio de violencia machista antes de que se desencadenen situaciones como la recientemente vivida.

Muchas de estas mujeres no se anticipan y denuncian por miedo y por desinformación, y habría que aumentar los recursos destinados a informar a las mujeres, a facilitar las denuncias y a proporcionarles los apoyos y protección necesarios para evitar llegar a estos fatales desenlaces.

¿Cuál es la excusa? la falta de recursos.

¿Y el coste asociado al fatal desenlace? Asistencia psicológica a familiares y amigos, actuaciones policiales y judiciales, costes de mantenimiento en prisión, etc., algunos de ellos durante años.

¿Realmente no hay recursos?

Se echan a perder millones y millones de euros debidos a malas gestiones, como la que apuntábamos en uno de los artículos de nuestro blog (“2000 millones (anuales) por el desagüe”), o a otros casos, como el del recientemente comentado “agujero del autoconsumo”, el escaso aprovechamiento de la energía eléctrica de origen solar con el que  actualmente se pierden 167 millones anuales de euros.

Seguramente haya muchos más recursos de los que pensamos, pero nos sobran discursos, debates e insultos en el ámbito político. Nos faltan políticos de talla y buenos gestores, y nos falta educación e información para saber qué y a quién votar, qué programas de televisión ver y qué música escuchar.

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